
Caminamos todo el recinto de Teotihuacan y teníamos todavía bríos para seguir conociendo México. Asi que acepté la recomendación de "Arthur" y fuimos a comer Pozole, un plato típico mexicano a base de maiz cocido y carnes. No me encantó.
Luego, su última sugerencia del día, sería ir a visitar a Fridita. Acepté sin pensarlo, aún cuando no podía casi caminar. Cuando llegamos, sentí que la Casa Azul era mia. Lo único que lamento es no poder documentarlo porque no podía sacar fotos. Sólo puedo explicar que sentí mucho amor dentro de un espacio en el que hay un derroche de creatividad.
Vi mi primer altar de muertos ;)
Por la noche, volví a intentar contactar a Lina y al Pequeño... brillaron por la ausencia...
Así que abrí otra Modelo Especial...
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