sábado, 5 de diciembre de 2009

Laila y Fridita

Y la gordilla, desapareció.  O puede ser que yo desaparecí.  Sola, bueno, con mi amigo Arturo, fui a Teotihuacan.  Subí todas las pirámides.  Sentí un correntazo cuando elevé mis brazos al Sol en su pirámide.  Me fasciné, inexplicablemente con el Templo de Quetzacoal, inexplicable, pues le tengo fobia a los reptiles.  Creo que influyó el mural de Diego Rivera en el que la muerte catrina se siente tan cómoda con la serpiente emplumada en su cuello.

Caminamos todo el recinto de Teotihuacan y teníamos todavía bríos para seguir conociendo México.  Asi que acepté la recomendación de "Arthur" y fuimos a comer Pozole, un plato típico mexicano a base de maiz cocido y carnes.  No me encantó.


Luego, su última sugerencia del día, sería ir a visitar a Fridita.  Acepté sin pensarlo, aún cuando no podía casi caminar.  Cuando llegamos, sentí que la Casa Azul era mia.  Lo único que lamento es no poder documentarlo porque no podía sacar fotos.  Sólo puedo explicar que sentí mucho amor dentro de un espacio en el que hay un derroche de creatividad.

Vi mi primer altar de muertos ;)

Por la noche, volví a intentar contactar a Lina y al Pequeño... brillaron por la ausencia...

Así que abrí otra Modelo Especial...

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