Estaba en una reunión de esas literarias en las que me hallo ultimamente, y suena mi celular con una llamada de un número desconocido. Contesté y era mi Mr. Big. Hace unos cinco meses nos peleamos por una tontería, yo perdí mi teléfono y en él se fue cualquier dato que me acercara al individuo. Lo cierto es que el Sr. Bold (mi Big) sólo necesita levantar el teléfono o enviarme un mensaje a mi blackberry y yo me nublo MAL! Me vuelvo zombie y a todo respondo de manera afirmativa.
Vamos desde el principio. Conocí al Sr. Bold en una discoteca ruidosa. Se me acercó porque su amigo quería conocer a una de las chicas de mi grupo. O sea...no por mi. Como a la chica no le interesó el amigo, los dos se quedaron conversando conmigo toda la noche. Se presentaron, pero entre mi sordera y las copas... no escuché. A uno lo había visto en revistas así que no fue difícil dar con el nombre, pero al otro...hmmm no, no sabía cómo dar con él. Y así fue como le pusimos entre todos "Sr. Bold" (en todo el glamour que profesamos, era la primera vez que tocabamos un BB Bold), y así lo seguimos llamando las siguientes ocho veces en que lo vimos o salimos. Mientras él me presentaba a sus amigos, hermano, primo, perros y gatos por mi nombre, yo nunca pude presentarle a nadie porque no tenía idea de cómo se llamaba. Me enteré por una invitación para un matrimonio que encontré en su carro... a la octava salida!
Hasta la fecha le sigo diciendo "oye". Se me hizo costumbre.
La historia no es tan larga como irrelevante y por ende en mi cabeza retumba la voz de mi lectora anónima diciéndome "esta vez...you are on your own". Y tiene razón, ya me fue mal en dos ocasiones con el mismo individuo y yo decido recogerlo una tercera vez... Ojo, en ninguna de las ocasiones me rompió el corazón. Ni estoy buscando que lo haga. Pero la llamada me abrió la cortina de una ventana que yo habia cerrado. La ventana que tiene al corazón intacto y tonto de siempre. Justo lo que estaba buscando, volver a creer. Les contaré como me va. Que quede claro que Bold, no ha parado, ni parará mi vida. Sólo me sirvió para devolverme la fé.