martes, 15 de diciembre de 2009

Caminando en México


No es tan distinto de mi vida en Guayaquil.  Yo camino en todos lados, como efecto a un karma que tiene que ver con las ruedas.  Caso de análisis para más adelante, en todo caso, no sé patinar, no sé andar en skate, no bicicleta, no carro... Negada para las ruedas en general.  El otro día caminaba y en contra vía un viejo con gorra que venía en bicicleta se subió a la vereda para decirme "Te veo".  Me asusté y todavía no sé porque.  Pero así es la vida del que camina.  Llena de pequeños descubrimientos, que aquellos que van detrás del volante se pierden.

Mi último día en México antes de salir para Guadalajara en un bus, a mi parecer de lujo, con azafata y todo, y ya, ¡AL FIN! habiendo encontrado a Lina, nos decidimos a hacer un recorrido en los buses rojos de dos pisos que te llevan por un precio módico a conocer la ciudad.  Haber ido juntas fue entretenido.  Parecía que nos picó un bicho de la risa, cualquier objeto o persona nos hacía reir.  A mí me hizo reir, pero de nervios, el hecho de que se acercaba la hora de partir a Guadalajara y nosotras seguíamos en el techo del bus en el fin del mundo, bastante lejos de la Terminal.

En ese momento y luego de haber gastado más dinero del que había presupuestado para ese paseo, decidí ante una reprimenda de mi compañera de viaje, relajarme.  Fue ahí que empezamos a filmar videos sobre tonterias irrelevantes, pues este año decidí documentar de esta manera, aquello que hago cuando estoy pasando bien.  Videos que nunca verán, pues el primer día en la Feria del Libro de Guadalajara, me robaron mi celular.  A estas alturas, los ladrones estarán riéndose de mis "entrevistas" desenfocadas a altas horas de la madrugada o de mis intentos por caracterizar a algún artista de moda...entre otros.


En todo caso, el bus en cuestión paró en Coyoacán, donde nos bajamos, nos tomamos una nieve de pistache mientras registraba con la cámara de mi celular, que Lina  generosamente pagaba por mi helado, y al señor nevero recomendándome su sabor favorito.  Luego de visitar un pequeño mercado, decidimos estresarnos un poco al tomar el escandaloso metro del D.F., en el que no falta el vendedor de cd's con su equipo de sonido en la mochila, la vendedora de algún chocolate Hersheys o el emo que canta una canción de su autoría, en la que al final... ¡no queda nadie vivo!

Pero sólo en metro, llegariamos rápido y barato a nuestro destino, para recoger nuestro equipaje y dirigirnos a la Terminal de buses, en la que ya comenzaríamos a sentir cosquillas en la barriga, no por los limones confitados, los tacos o el sanduche "clásico" de jamón, queso y chile jalapeño que me comí, sino, porque nos acercaba a la experiencia que habiamos venido a vivir desde tan lejos... visitar la Feria del Libro más importante de Latinoamérica, la FIL Guadalajara.

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